Macao y el turismo del juego
Hace unos cuantos años (tampoco demasiados) parece que solo existía el turismo de playa o de montaña. No parecía haber más opciones. Se estaba encima de la toalla con las olas de fondo o en medio del monte en una casa de techos altos y chimenea ardiente. Pero esto no quiere decir que no hubiera otros tipos de turismo. Existían, sin embargo, no habían recibido su denominación correspondiente. Ahora todo es de una manera, forma, tipo y clase.
Se habla de turismo cultural (Roma, Paris, Atenas, Madrid), alternativo (lugares exóticos y poco atacados por la mano del hombre), musical (los hay que deciden pasar sus vacaciones siguiendo la gira de su cantante o grupo favorito) e incluso el problemático e ilegal turismo sexual que sufren países como Tailandia.
También ha recibido su denominación propia el turismo de juego. El que llevan practicando desde hace décadas los millones de viajeros que van a Las Vegas. No obstante, en los últimos años hay otra ciudad que ha desbancado a la norteamericana como la meca del juego: Macao.
A unos 75 kilómetros de Hong Kong se encuentra esta localidad que, con el paso de los años, y la apuesta descarada del gobierno asiático por convertirla en un paraíso para los jugadores, ha ameritado la denominación de capital mundial del juego. Algo que logró definitivamente en 2010. Las cifras hablan por sí solas: en esa anualidad, el juego movió 23.500 millones de dólares en Macao, batiendo todos los records de este tipo de destinos y poniéndose por delante de la ciudad americana de Las Vegas.
Pero esta región administrativa de la República Popular China no solo es juego. Si algún viajero prefiere realizar un viaje algo más cultural e histórico, y no tan cercano a las mesas, las ruletas y las cartas, también puede hacerlo. Las ruinas de la catedral de San Pablo, la iglesia de Santo Domingo y, en general, todo el centro histórico, hacen de Macao un lugar realmente apetecible para visitar.
Pero aún hay más. Después de visitar los lugares más emblemáticos (culturalmente hablando) de la ciudad china, y unas horas antes de cenar y abrir las puertas del casino, conviene pasear por el centro comercial: luces de miles de colores, gente arriba y abajo, tiendas de todas las clases con infinidad de productos a la venta ofrecen otra de las postales más interesantes de esta, hasta hace pocos años, casi desconocida ciudad.